Plaza Real

 
 
 
 

Lleva nombre de real y lo es por su belleza. Con un sabor elegante acentuado por la fuente, farolas y palmeras, la plaza Real es una de las más bulliciosas y vitales de Barcelona, ​​especialmente de noche. Esta es la más apreciada de las plazas porticadas de Barcelona.

Hacia el 1835, fruto de las desamortizaciones, desaparecían muchos de los edificios religiosos de Barcelona. Fue el caso del antiguo convento de los capuchinos, que pasó a mejor vida dejando libre un gran solar. Se urbanizó, unos años después, la actual plaza Real. El arquitecto encargado de la obra fue Francisco Molina, que concibió una plaza lujosa con el fin de enaltecer la monarquía. El rey Fernando VII, monarca de la época, debía quedar inmortalizado en el centro de la plaza con una estatua ecuestre. El monumento no se llegó a hacer y en su lugar encontramos la fuente de las Tres Gracias. A ambos lados de la fuente central hay dos farolas, obra juvenil de Antoni Gaudí. Culminados por un casco alado y un dragón, las farolas fueron instalados en la plaza 1879. A su alrededor, las palmeras reales engalanan el lugar y le dan un toque exòtic.Tanquen la plaza edificios señoriales, uniformes y porticados donde se observan decoraciones en terracota. Van alojar la vivienda de importantes familias barcelonesas, aunque hoy este carácter lujoso de la plaza ha quedado matizado por una atmósfera más bohemia.

La plaza es hoy un hervidero de vida nocturna, y bajo los porches se esconden restaurantes, bares y algunos de los locales nocturnos más frecuentados de Barcelona.

 

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