Muralla  

 
 
 
 

Las murallas son la imagen inequívoca asociada a la ciudad abulense y fueron la baza fundamental para que, junto a las iglesias románicas, en 1985 la UNESCO incluyese la ciudad en la Lista del Patrimonio mundial. Sin duda impresiona este recinto defensivo que cuenta con un perímetro de 2.516 m, con 87 torreones o cubos y 9 puertas siendo considerado como el recinto amurallado urbano mejor conservado del mundo. Por ello, no se debe abandonar la ciudad sin recorrer la muralla bien desde el adarve bien rodeándola perimetralmente. En la actualidad, se pueden recorrer 1.700 metros del adarve con tres accesos y un cuarto apto para personas con movilidad reducida.

La Edad Media va a ser el escenario del surgimiento de la muralla más o menos como la conocemos en la actualidad, con su perímetro de unos 2,5 km., en el que se levantan sus lienzos y torreones, y sus puertas principales. Se levantará a lo largo del siglo XII, si bien, la ciudad medieval nunca careció de muros. La población se fue acomodando al interior y fuera de la cerca, expandiéndose los arrabales que se configuraban en torno a las iglesias parroquiales, cuya construcción vivirá un momento de gran desarrollo en época románica. Otros edificios jugarán un papel destacado en su interrelación con las murallas, bien integrándola, como es el caso del Alcázar; bien abriéndose paso ante ella, como ocurre con la cabecera de la Catedral; y en otros casos adosándose intramuros, caso del Episcopio. Durante los siglos medievales, las defensas fueron objeto de reformas y reparaciones, no solo como consecuencia del desgaste propio de un edificio de estas características y dimensiones, sino, a tenor de los avances y novedades que conoció el desarrollo de la guerra.

Aunque no conocemos los detalles de su construcción, ni los nombres de los que participaron en la misma, probablemente trabajasen cristianos y mudéjares. A estos últimos se les atribuyen los frisos de esquinilla y las labores de ladrillo que rematan gran parte de los lienzos norte y oeste, o los arcos de ladrillo que dan paso a los cubos en esa misma zona.

El mantenimiento corría a cargo del concejo y entre los cargos municipales figura un veedor de las obras de los muros. En relación con su conservación, un documento publicado por Serafín de Tapia recoge como se repartía: Los caballeros e hidalgos hacían la ronda, los ciudadanos velaban, los campesinos reparaban los adarves, limpiaban los fosos y acarreaban los materiales necesarios mientras que los moros ponían las manos y los judíos el hierro; minorías que también eran obligadas a velar.

La visita nos permite comprobar como la construcción de sus lienzos y cubos se fue adaptando al terreno. Así, los lienzos meridionales tienen una menor altura debido al escarpe natural sobre el que se asientan mientras que el occidental y el norte se van haciendo más fuertes y es en la zona oriental donde alcanzan su mayor desarrollo. Allí fue preciso reforzar las defensas de la ciudad por ser la zona más accesible y por ello, se levantó el alcázar, se reforzaron las dos puertas que pasan a ser las más fuertes, la del Alcázar y la de San Vicente y ante los muros se dispuso un sistema defensivo formado por un foso y una barbacana.

Recorriendo el recinto amurallado descubriremos las nueve puertas que en él se abren: Puerta del Alcázar, del Peso de la Harina, de San Vicente, del Mariscal, del Carmen, del Adaja, de la Malaventura, de la Santa o Montenegro y del Rastro. Cada una con una función y trazado diferente. Esta variedad también se aprecia en las almenas que rematan sus muros y en sus cubos a pesar de su imagen como un todo homogéneo.

La muralla ha llegado a nosotros bastante bien conservada, pero para ello fueron necesarias diversas actuaciones, generalmente acertadas, que independientemente de su alcance han sido decisivas en la imagen y en el estado actual de la misma. Estas labores de mantenimiento se sucedieron periódicamente desde su construcción pero se han redoblado en las últimas décadas con el fin de posibilitar un uso lúdico y turístico de la defensa.

A la muralla se puede acceder por tres puntos diferentes: Casa de las Carnicería (junto al ábside de la catedral), Puerta del Alcázar y Puerta del Puente (tramo accesible) complementándose con un cuarto punto de salida en la Puerta del Carmen.

La muralla de Ávila está presente de continuo en la vida de los abulenses y de sus visitantes, celebrándose en torno a ella numerosas actividades de carácter cultural. Las más significativas:

Teatro en la muralla (finales de junio a principios de septiembre)

Visitas guiadas de Leyenda. (sábados de junio a octubre)

Jornadas Medievales (primer fin de semana de septiembre)

La Ronda Poética

Para completar la información, aconsejamos consultar la página específica dedicada a la muralla

 

 

 

 

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