Badajoz
Badajoz pertenece a la Comunidad Autónoma de Extremadura.
Badajoz es, en esencia, una ciudad abierta por su carácter hospitalario, por la amabilidad de sus gentes y por el ambiente, relajado y divertido, que el visitante puede encontrar en cualquiera de sus rincones. Sólo por esto, consecuencia de un origen y una historia multicultural y rica en matices, ya merece la pena una visita.
Sin embargo, más allá de la apariencia, atractiva y diferente, que nos deja entrever la superficie de una ciudad acostumbrada a ser un lugar de paso, podemos hallar peculiaridades que la definen y la sitúan en la órbita de pequeñas grandes ciudades con una amplia oferta cultural y de ocio sin desdeñar su amor por la historia y el patrimonio y su deliberada tendencia al desarrollo comercial, industrial y económico que la han ido convirtiendo en un enclave de referencia obligada por las enormes posibilidades que ofrece.
No en vano, Badajoz es más que una ciudad española o extremeña; es una ciudad transfronteriza y eso significa que reúne, en sí misma, las virtudes de lo extremeño con las bondades de lo portugués.
La extinta frontera permite a Badajoz resituar sus aspiraciones e influencias en un área de población que puede llegar a alcanzar la mismísima costa atlántica portuguesa, encontrando a su paso un caudal de riqueza cultural, patrimonial y sociológica que la hacen más ciudad, que la complementa hasta el punto de reunir excelencias al alcance de muy pocos.
Hoy, la identidad de Badajoz es una identidad compartida, transfronteriza y desde el divertimento hasta lo sanitario, desde lo deportivo a lo cultural o festivo, desde lo económico hasta lo turístico, pasando por la historia y el patrimonio artístico y monumental, ha sabido dibujar, en una geografía donde sobraban olvido y distancia, los perfiles de una urbe moderna y desarrollada.
Sin abandonar la identidad que supo transmitir su fundador Ibn Marwan en el 875, ni las bondades intelectuales y creativas de aquella corte aftasí que perdura en el alma de los badajocenses, esta ciudad de frontera, de iglesias, conventos y cuarteles, abaluartada y hecha jirones de guerras y tratados de paz, de bodas reales y personalidades ilustres, construye un futuro sobre el mejor de los fundamentos: su capacidad para hacer sentir bien a quien se atreva a imaginar Badajoz como lo que es: una ciudad fundada en el siglo IX que en el siglo XXI se abre al mundo para recibir a cuantos desean conocer algo diferente.