Parque Arqueológico y Museo Cueva Pintada


Dirección: C/ Audiencia, 2
El edificio del museo se ha levantado sobre los restos de un poblado aborigen canario y es un testimonio excepcional de la cultura de los antiguos habitantes de la isla, de la sociedad anterior a la llegada de los europeos a Gran Canaria y de los primeros años de la colonización. El conjunto ofrece al visitante la posibilidad de conocer con detalle las casas y cuevas indígenas, observando los trabajos de excavación desde una gran pasarela que rodea al poblado.
El museo toma su nombre de las pinturas de la Cueva Pintada, símbolo de la cultura canaria, pinturas que ahora son posibles contemplar tras su adecuación para la visita turística.
La importancia de estas pinturas, como memoria del pasado de Gran Canaria, supuso en el año 1972 su declaración como Monumento Histórico Artístico. Se trata de una cueva artificial excavada en la toba volcánica y cuyas paredes aparecen decoradas con frisos de motivos geométricos.
El Museo
Los visitantes acceden al área de acogida donde reciben la información sobre el inicio de la visita, que da comienzo con la bajada al primer sótano del edificio del museo.
En este nivel se encuentran las salas que proponen un viaje al pasado prehispánico de la isla de Gran Canaria.
En la primera de ellas se proyecta un audiovisual en 3D en el que se busca situar al espectador en un espacio y tiempo precisos. Un personaje histórico se dirige directamente a él para relatar los acontecimientos históricos que vivió la isla de Gran Canaria durante el proceso de conquista de la isla.
Tras esta proyección se accede a la sala en donde se expone una escogida selección de los materiales arqueológicos recuperados en las distintas campañas de excavación (recipientes cerámicos, ídolos, pintaderas, materiales procedentes del continente europeo en la Baja Edad Media, etc.).
Una última proyección panorámica, en la que se unen imágenes reales y reconstrucciones infográficas, presenta la isla de Gran Canaria tal y como pudo ser en época prehispánica, y muestra la historia y evolución del asentamiento, desde su origen y posterior arruinamiento, hasta el inicio de los trabajos de investigación. Al final de este audiovisual se invita al público a visitar el poblado prehispánico de Agaldar.
El Poblado
Al culminar la visita del edificio del Museo, el público se adentra en esa gran sala del Museo en la que se ha transformado el yacimiento arqueológico.
Las distintas campañas de excavación han puesto al descubierto alrededor de la Cueva Pintada un abigarrado caserío que de forma escalonada se va distribuyendo desde el fondo del barranco hasta el actual centro histórico de la ciudad, constituyendo uno de los barrios que configuraban el Agaldar prehispánico.
Dentro del poblado las casas se ordenan siguiendo las líneas de menor pendiente de la montaña, y, en algunos casos, se unen unas a otras formando bloques compactos de viviendas a partir de los cuales se articulan las vías de circulación en el interior del caserío.
En este caserío se ha podido establecer dos períodos de ocupación, el primero se extiende desde el siglo VI hasta el XI, y el segundo, desde el siglo XIII hasta el XVI, cuando ya ha culminado la conquista de la isla.
Por lo que respecta al modelo constructivo de las viviendas, se trata, fundamentalmente, de casas de planta cuadrangular rodeadas exteriormente por un muro de diseño circular.
Interiormente presentan una o dos alcobas laterales, abiertas hacia el sur a través de un pequeño corredor de acceso.
La roca se recorta para que sirva de apoyo a los muros, y también se explana para que forme los pisos de las casas, que estaban cubiertos de tierra apisonada y, a menudo, de morteros ocasionalmente coloreados con almagre.
La composición de los muros es variable, ya que junto a las numerosas casas con paramentos enteramente construidos con piedras de basalto, aparecen algunas viviendas con paredes de sillares de toba perfectamente trabajados.
La práctica totalidad de las casas conservan restos de mortero y pintura de diversos colores que se empleaba en la decoración tanto de las alcobas laterales como de la habitación principal.
Una vez recorrido el poblado, la llegada a la gran terraza del edificio del museo permitirá la contemplación de todo el yacimiento. En esta privilegiada atalaya el público que lo desee podrá informarse sobre las transformaciones urbanas de Gáldar desde el sigo XVIII hasta la actualidad. Desde esta zona también se ofrecerá información de otros monumentos del casco histórico y museos de la ciudad que merecen ser visitados.
La Cueva Pintada
n el recorrido del yacimiento destaca el conjunto troglodita, lugar desde el que se podrá acceder a la contemplación directa de las cámaras excavadas y de la propia Cueva Pintada.
Varios puestos interactivos con recreaciones virtuales reconstruirán topográficamente esta zona para tener una idea más aproximada de lo que fue este espacio, altamente alterado por los distintos avatares que afectaron a este conjunto arqueológico en las intervenciones realizadas en los años setenta.
Sin duda, la contemplación del interior de la Cueva Pintada será el momento más intenso y esperado de la visita.
La Cueva Pintada no es un único recinto, sino que forma parte de un complejo más amplio de seis cuevas excavadas por los antiguos canarios en la toba volcánica.
Muchas de las dependencias de este conjunto troglodita conservan restos del almagre que decoraban sus muros y techos.
La cámara principal presenta una planta rectangular y los motivos ornamentales se sitúan en la mitad superior de tres de sus paredes. Éstas fueron revestidas de morteros para regularizarlas y enlucidas con arcillas para preparar la base sobre la que se dibujó y pintó el mural.
Las materias colorantes empleadas eran de origen mineral. Los rojos se obtenían a partir de almagres y los blancos, de caliches quemados, que se combinaban para conseguir otros matices de color.
Los elementos decorativos son geométricos y se ordenan formando una composición simétrica a partir del eje central de la estancia.
Este hecho pone de relieve la existencia de un diseño previo que consiguió dar armonía al resultado final. El significado de esta combinación de triángulos, círculos, cuadrados y ángulos superpuestos nos es, por el momento, desconocida.
Lamentablemente, la escasez de información en torno al momento del descubrimiento, así como los parcos datos recogidos en las primeras actuaciones arqueológicas, impiden determinar con precisión cuál era la función que desempañaba este espacio singular.
En su día, Diego Ripoche refería en su artículo "Carta de París", publicada en El Liberal (1884):
"La cueva pintada, fue descubierta hará poco más o menos veinte años (...) encontrándose en su interior algunos cadáveres, vasijas y otros objetos que adquirieron algunos aficionados". Es indudable la relevancia de este espacio en el que se unían lo sagrado y lo político, y en el que la carga simbólica constituía un elemento esencial, hasta el punto de que el caserío de Agaldar se articula en torno al complejo troglodita y la cámara decorada.
El caserío prehispánico
Una vez finalizada la visita al complejo troglodita, se llegará a un espacio recreado artificialmente en el que se reconstruirán varias viviendas prehispánicas a tamaño natural y reproduciendo los distintos elementos que la forman: puertas, techos, paredes, tratamientos interiores.
Esto permite crear ambientes domésticos con reproducciones fieles de su contenido para mostrar las técnicas constructivas, la decoración de los muros y la organización interna de las casas (el lecho, el hogar, los enseres, etc.). De esta forma, el visitante se formará una idea precisa de cómo transcurría la vida cotidiana de los antiguos canarios.
Un audiovisual completará la información relacionada con la vida cotidiana de los indígenas canarios, recalcando aspectos las técnicas de elaboración de objetos como la cerámica, los molinos, herramientas en piedra y demás artilugios.
La colección
Son innumerables y singulares los hallazgos encontrados en el yacimiento de la Cueva Pintada. Los ídolos, las pintaderas y los magníficos recipientes cerámicos decorados, entre otros muchos ejemplos, constituyen un universo perfectamente individualizado en el contexto de la cultura aborigen de las Islas Canarias.
A estos repertorios prehispánicos se incorporan otros elementos de importación de procedencia peninsular, entre los que destacan las series de cerámicas fabricadas a torno y los objetos de metal, como monedas, espadas, cuchillos, herraduras, dedales, clavos, etc.
