Yacimiento Arqueológico del Poblado y Necrópolis de La Guancha

 
 
 
 
La Zona Arqueológica Costa de Gáldar, situada a un kilómetro de la ciudad, constituye uno de los complejos arqueológicos más monumentales de Canarias. Antes de llegar a los yacimientos arqueológicos aún se pueden observar las casas y talleres que pertenecieron al pionero inglés Mr. David Leacock, introductor de varias mejores agrícolas en la comarca. 
 
La excepcionalidad e interés de estos vestigios hay que comprenderla en su contexto y referencias próximas, pues Gáldar fue la capital prehispánica de Gran Canaria antes de la llegada de la población conquistadora europea, y en su acrópolis se ubicaba, además del palacio, la Casa de las doncellas, las murallas y la Torre Roma. De todo este complejo palaciego, sobre el que se edificó la villa castellana de Santiago de los Caballeros, se ha salvado, milagrosamente, la Cueva Pintada y su entorno protourbano de casas labradas, actualmente en proceso de investigación. De cualquier manera, la Zona Arqueológica de la Costa de Gáldar, se nos muestra como un fragmento incompleto, pero suficiente para comprender el grado de complejidad y el alto desarrollo institucionalidad de aquella civilización de la antigua población canaria.
 
 
 
La visita que se propone, para el estudio y deleite, contiene dos grandes temas: las dependencias nobiliarias, es decir las casas y aposentos de la clase señorial que pasaba sus temporadas veraniegas disfrutando de la amabilidad y frescura de esta costa, y lo que es estrictamente la necrópolis, el gran panteón y los mausoleos tumulares. El recorrido propuesto es de oeste a este, en sentido contrario a la marcha del sol. Pasa primero por las edificaciones domésticas y construcciones civiles, para luego, imperceptiblemente, adentrarse en la necrópolis, y culminar el itinerario en el enterramiento colectivo denominado Panteón de los Guanartemes.
 
1.- CASA DE ADARGOMA
 
Entrando a la derecha, la primera construcción que llama nuestra atención es la que vamos a denominar “Casa de Adargoma”, en recuerdo al valiente luchador canario. Adargoma, cuyo nombre significaba “espaldas de piedra”, fue uno de los personajes, junto con Doramas y Maninidra, más destacados de la Corte de Agáldar, celebrado por su fortaleza y dotes de invencible luchador. Obtuvo del Guanarteme la dignidad de “Guaire” o consejero, uno de los seis notables que asistían al monarca en sus deliberaciones.
 
Esta vivienda, de piedras basálticas y paredes rectas está construida de acuerdo al sistema de planta cruciforme, con dependencias laterales, conservando sectores sin excavar. Tiene su entrada, a modo de pequeño “dromos” o pasillo, orientada a poniente. Su emplazamiento a la entrada del recinto, le confiere este papel de puesto de  vigilancia y control, donde podrían reunirse los luchadores y centinelas, en una especie de puesto de guardia.
 
2.- TUMULO
 
A pocos metros de la Casa de Adargoma se encuentra el primer mausoleo tumular, de dimensiones más pequeñas que las restantes que se dispersan por la necrópolis. Llama la atención la proximidad de esta construcción funeraria dentro del área del poblado. Esta circunstancia pueda quizá explicarse a partir de su carácter de monumento conmemorativo o cenotafio, tipo de estructura que no contienen restos humanos en su interior y que sólo sirve para recordar la memoria de aquellos difuntos desaparecidos o a los cuales, por cualquier tipo de accidente, no se le pudo dar ritual ni sepultura.
 
3.- CASA DE LAS HARIMAGUADAS
 
Las Harimaguadas, a quienes dedicamos esta curiosa construcción, eran una especie de monjas o vírgenes vestales que tenían sus casas de oración y recogimiento, y que acudían periódicamente al mar a bañarse y a hacer sus rogativas. Eran adoctrinadas por sus maestras o superiores, quienes les instruían en los principios religiosos, preparaban a las futuras novias para el matrimonio y les enseñaban las artes y oficios de la cerámica, la cestería y las pieles.
 
La fábrica que tenemos ante nosotros es una construcción de planta cuadrangular, a modo de megarón y que serviría como salón comunitario de las doncellas. Está resuelta al modo de las casas hondas, por debajo del nivel del exterior, con lo que queda perfectamente protegida del alisio dominante. Su entrada, hacia el poniente, conectaba con un sistema de senderos protourbanos que configura la red de circulación de este poblado marítimo.
 
4.- CASA DE LA GUAYARMINA
 
Guayarmina en lengua canaria antigua significaba “la princesa heredera del trono de la isla”. La organización matriarcalista de la dinastía de los Semidanes, situaba a la mujer en la cúspide de la organización social. Por ello no es de extrañar que se aplique la denominada filiación uterina para garantizar la legitimidad y acceso al trono. Para poder ser Guanarteme no sólo había que pertenecer al clan dinástico sino casarse con la Guayarmina, que también era prima hermana del candidato. Entre las guayarminas, además de la reina Andamana, legendario y mítico personaje, fundadora del linaje de los Semidanes, las crónicas nos hablan de la Guayarmina Arminda Mastegen, conocida como Reina Arminda, y que reinó siendo apenas una niña de 12 años, bajo la tutela de su primo Tenesor Semidán, el último Guanarteme y de su tío el Faicán Guanache.
 
Esta casa, de planta cruciforme en su interior y perímetro circular exterior, se conserva perfectamente distribuida de acuerdo con los cánones y medidas de arquitectura prehispánica, y constituye un claro ejemplo de la formalización del espacio doméstico, con su acceso orientado a poniente,  su testero o cabecera, y los dos aposentos o dependencias laterales. Los muros exteriores, fabricados con grandes bloques en las hiladas de cimentación y caras exteriores están rellenos de aparejo suelto de guijarros y cascotes en el intermuro, siguiendo las normas típicas de este tipo de viviendas. El ancho de los muros va de 0,50 a 1,50 metros.
 
5.- LA CASA DE TENESOYA
 
La princesa Teneso o Tenesoya era prima de la Guayarmina Arminda y se hizo famosa por el rapto que protagonizó cuando se bañaba en las costas o bañaderos de Gáldar. Era muy querida por su tío el Guanarteme Egonaiga, conocido como el Bueno, y para que la devolviesen desde Lanzarote donde se la llevó Maciot de Bethencourt tuve el rey de Gáldar que entregar los 13 rehenes cristianos que habían hecho prisioneros después de la destrucción por parte de los canarios de la Torre de Gando.  Esta princesa se casó con Maciot y se vino a vivir a Gáldar, después de terminada la Guerra de Gran Canaria (1.478-1.483). Fundó la capilla de Santa Ana en la Iglesia de Santiago de los Caballeros y de ella, que de cristiana se llamó Doña Luisa de Betancort, descienden los de su apellido, hoy extendido por todas las islas y América.
 
La fábrica que nos ocupa, en lo fundamental, repite las mismas características de otras similares llamando la atención su puerta de entrada orientada al naciente, lo que obliga a pensar en la existencia de otros cuerpos adyacentes, y patios interiores que conformarían este conjunto arquitectónico de carácter protourbano, con pequeñas calles o callejones entre una y otra vivienda.
 
6.- RESIDENCIA DE LOS GUAIRES
 
Los Guaires, en número de seis, eran los consejeros del rey. Al Guanarteme de Gáldar, en el momento de la guerra, le asistían aquellos cuyos nombres aún perduran en la memoria: Adargoma, Maninidra, Doramas, Naira, Tazarte y Cataifa.
 
Esta excelente pieza arquitectónica, de gran capacidad, correctamente construida, con sus paredes rectas bien acabadas se ofrece como un gran ámbito de planta de salón y se organiza con un testero presidencial hacia el sur, donde podrían sentarse cómodamente los seis guaires o capitanes de la guerra. La única dependencia lateral podría servir como “cuarto de trofeos” o como armero, donde según la costumbre, cada uno de los guaires depositaría su armamento: “magados” y rodelas.
 
7.- SALA DE CEREMONIAS
 
Conocida también como “palacio de justicia”, al atribuirle algunos arqueólogos su utilización como espacio para juzgar y ejecutar a los reos, aplicándoles una gran piedra sobre el pecho hasta que morían literalmente asfixiados.
 
La auténtica planta de este recinto no es tal y como se ve actualmente, pues queda una zona por excavar y su resultado final sería una gran planta cuadrangular, a modo de “megarón”. Su carácter ceremonial está indicado en la grada de tribuna o estrado, situada hacia poniente, además de la escalinata que se desarrolla en la parte norte. Esta última orientación y acceso se explica por la existencia, por aquella parte, del antiguo “Pozo Redondo”, hoy desaparecido al hacerse la moderna piscina, y que estaba excavado en la toba de la restinga. Ese pozo actuaba como epicentro de los cultos del agua, o ritos hidrolátricos, donde acudían las Harimaguadas antes mencionadas. Hacia el exterior se puede ver la pequeña explanada de tierra, donde se congregarían los curiosos espectadores. Por su solución arquitectónica y por su funcionalidad para actos y espectáculos públicos estamos ante el primer pequeño teatro prehispánico de Gran Canaria.
 
8.- CASA DEL FAICAN
 
El Faicán era el sumo sacerdote, especie de obispo, cargo que casi siempre recaía en el hermano segundo del Guanarteme. Este personaje tenía una gran influencia en la vida pública y política que trascendía sus meras funciones religiosas. Aparecen como protectores de las guayarminas, e intervienen en las deliberaciones de palacio.
 
La proximidad de esta sala tanto a la Sala de Ceremonias como a los primeros túmulos de la necrópolis apunta a este emplazamiento reservado a una jerarquía relacionada con el mundo de las ceremonias y de los ritos funerarios. Y este no puede ser otro que el Faicán.
 
Adosada a esta casa existe otra menor que bien pudo servir como anexo de los criados y miembros del cortejo del propio Faicán o como lugar de apoyo a la Sala de Ceremonias. Responde al modo de construir de los antiguos canarios y no ofrece ninguna característica sobresaliente.
 
LA NECRÓPOLIS
 
La ciudad de los muertos, que eso es lo que significa necrópolis, aparece definida en el territorio de la costa, ocupando un lugar privilegiado, no lejos del poblado, y compartiendo con él el lujo inmenso y perpetuo del impetuoso océano, que llega hasta su misma orilla y ensalitra con su brisa estas ruinas milenarias.
 
La necrópolis de Gáldar hubo de ocupar una extensión mayor que la que se pudo documentar a partir de las excavaciones de 1.934 y 1.941. De cualquier modo, las estructuras conservadas contienen los suficientes elementos para hacernos una idea de aquella magnitud, y ocupan una extensión de unos 24.0000 metros cuadrados.
 
Sus tumbas o panteones, popularmente conocidos como “túmulos”, por el carácter turriforme de su elemento central, se organizan circularmente, en fosas y cistas compartimentadas por muretes bajos, que le dan al mausoleo un aspecto de representación solar, debido justamente a su formalización geométrica radial. Por eso, estos panteones según se suceden los distintos enterramientos van creciendo circularmente y cerrándose en anillos constructivos de piedra seca.
 
Todas estas fábricas funerarias están provistas de un acceso o pasillo de entrada, resuelto en gradas, que permite llegar y circular por el interior de las sepulturas y alcanzar la torrecilla central. Sin embargo, y contrariamente a lo que se pudiera pensar, no todas las cistas contienen restos. En otras tan sólo pueden encontrarse restos incompletos, no por actos de vandalismo o saqueo de las tumbas, sino por exigencias del ritual, donde los restos de los antepasados ilustres terminan repartiéndose y llevándose a las casas de sus descendientes.
 
El carácter señorial o principesco de estas tumbas está certificado en la información etnohistórica, donde se alude con claridad a la diferencia entre nobles y villanos, o “trasquilados”. Los sacerdotes, las Harimaguadas, los guaires, las princesas y los príncipes de la familia real eran objeto de un especial tratamiento, y estos panteones garantizan su conservación y prestigio.
 
PANTEONES TUMULARES
 
De la que fuera la gran necrópolis de Gáldar, además del Panteón de los Guanartemes, sólo han llegado hasta el presente estos tres mausoleos, correspondientes sin duda a los enterramientos de la clase nobiliaria. Contrariamente a lo que se podía pensar, ninguno de ellos contenía ningún cadáver momificado, pues, al parecer esta práctica de amortajar y mirlar los cadáveres se corresponde con los sepulcros en cuevas. Los cadáveres procedentes de los túmulos pueden aparecer con ajuares funerarios, como los del desaparecido túmulo de la finca de Leacock, de donde se extrajeron las bellas ánforas que hoy se exhiben como una de las piezas más valiosas y originales en el Museo Canario.
 
En Gran Canaria, además de los enterramientos en cuevas, existían otros para los villanos en los malpaises, y como es lógico, en ningún caso alcanzaban la espectacularidad arquitectónica de estas tumbas de la necrópolis de Gáldar.
 
Aún cuando próximos al poblado, conforma un espacio sacralizado, a ambos lados del arroyo de la Arenilla, y donde las excavaciones del año 1.982 se documentó una estructura, de planta en arco de herradura, con tan solo la primera hilera de cimentación que fue bautizada como la “casa del sepulturero”.
 
Túmulo A: Edificación de planta circular con torrecilla central, de unos 1,40 m de altura. Está formado este mausoleo por tres gradas concéntricas y pequeños muretes radiales en número de 9, que dejan interespaciales, donde se dispondrán  los restos humanos. En el interior de la torrecilla central se contiene una tumba unipersonal dentro de una cista o cajón pétreo.
 
Túmulo B:  Situado a unos 50 metros del primero, y a unos 40 metros del tercero, del cual es casi gemelo por su disposición. Tiene un diámetro máximo de 8 m con una torrecilla central de 1,30 de altura y 1,60 de la cista central. Observa seis compartimentos funerarios radiales, separados por murete. La entrada de acceso, con gradas, está orientada al Noroeste.
 
Túmulo C: A unos 30 metros y frontero al segundo, hacia la terraza costera. Diámetro máximo de 8 metros y con estructuras similares a las anteriores. Este mausoleo deparó la novedad de contener tres cadáveres que fueron extraídos en las excavaciones de 1.934 y depositados en el Museo Canario. Las gradas de entrada están orientadas hacia el oeste, o puesta del sol.
 
9.- CASA DEL SEPULTURERO
 
Pasado el arroyo de La Arenilla y muy camuflada en el terreno están las ruinas, una sola hilada de cimentación, de una singular vivienda, de planta ovoidal o en herradura que fue excavada en 1.982 y que se corresponde con una construcción precaria, acompañada de un ajuar pobre, casi arcaico, y que contrasta con la grandiosidad de las otras fábricas. Bien pudo ser la pieza para velar a los cadáveres, una suerte de tanatorio, donde preparar o velar el cadáver antes de proceder a su inhumación, o simplemente la casa circunstancial de preparador o sepulturero de la necrópolis.
 
Cualquiera de las hipótesis contrasta con el resto de las edificaciones de la Costa de Gáldar, que ofrecen estructuras y soluciones más monumentales.
 
EL PANTEON DE LOS GUANARTEMES
 
El Gran Túmulo Real es la más sobresaliente manifestación de toda la arquitectura funeraria del Archipiélago Canario, y expresa y resume el alto grado de complejidad social y jerárquica del guanartemato de Gáldar. En efecto no se puede explicar esta estructura arquitectónica sin ponerla en relación con una organización estamental sustentada en torno a un lugar central, centro político y administrativo de la isla, además de garantía de la redistribución de los excedentes de producción agrícola y ganadera.
 
Túmulo de La Guancha 
 
No es pues de extrañar la emergencia de la Jefatura encarnada en el príncipe o Guanarteme, asistido por un consejo de 12 notables que se reúnen para formar el Gran Sábor y que tienen sus reuniones en Gáldar, por haber sido el origen de la dinastía, fundada por Andamana y Gumidafe, primeros reyes de Gran Canaria. A estos Guanartemes se sumaba un Cuerpo Nobiliario formado de un máximo de 200 Caballeros que constituían la aristocracia guerrera de la isla, y cuyos componentes mayoritariamente habitaban en el término de Agáldar.
 
Para perpetuar el origen de la dinastía, este gran panteón se sitúa en el lugar principal de la costa, en un envidiable y privilegiado emplazamiento, desde donde se domina, de una mirada, las montañas emblemáticas de Gáldar y Amagro, y la colina o Acrópolis, donde estaba el Palacio de los Reyes y hoy se levanta el Templo de Santiago de los Caballeros (1.778).
 
El panteón está concebido como un sistema orgánico y planificado que es susceptible de admitir, en el transcurso del tiempo, distintas ampliaciones sin alterar las anteriores. Tiene un desarrollo circular, como los otros túmulos de la necrópolis, a los cuales gana en grandiosidad y complejidad. Aparece rodeado de una muralla o anillo de circunvalación, que separa el espacio de los vivos del de los muertos aun cuando, entre muros  y adosadas a la muralla, aparezcan pequeñas tumbas y cistas que pueden contener ofrendas o restos de los animales domésticos o asociados a la vida del difunto. Todo este entramado arquitectónico se agrupa dentro de un gran círculo cuyo eje máximo alcanza un diámetro  de 20 metros.
 
Su único acceso, curiosamente, está orientado en el eje exacto Norte- Sur, y coincide con la prolongación del de la torre de la Iglesia de Santiago de los Caballeros, en cuyo lugar hasta el siglo XVIII estuvo el alcázar o Palacio del Rey Guanarteme.
 
Su interior ofrece 12 recintos funerarios, dispuestos en sentido radial, de 1,70 a 2 metros de longitud media. Aparece organizado a partir de una estructura geminada, formada por una torreta central, de un diámetro máximo de 3,20 y de 2 metros de altura, a la que se adosa una fábrica elíptica de 6 por 3,30 metros de diámetro. Ambas estructuras contienen en su interior sendas cistas o cajones pétreos, realizados con grandes bloques basálticos hincados directamente en el suelo  y donde estuvieron los cadáveres de los fundadores, o antepasados comunes del regio linaje de los Guanartemes.
 
Los restos humanos extraídos de la excavación de 1.934, y que han sido objeto de distintos estudios científicos, entre los que destacan los de Fusté y Schwidetzky, contabilizaron un total de 43 individuos, de rasgos morfométricos similares, y bien definidos, correspondientes a los miembros de un grupo consanguíneo cerrado. La Dra. Schwidetzky no dudó en sentenciar: “Los hallazgos de los túmulos representan restos de una capa superior particularmente distinguida en el sentido social: la nobleza más distinguida y la flor de los hombres más valientes de la isla.” Este grupo étnico, de caracteres mediterráneos, ofrece una estatura superior a la media de la isla y se ofrece como un grupo más reciente y culturalmente más potente en comparación con los grupos primitivos de los cromañoides, replegados en los asentamientos de montaña.
 
La fecha radiocarbónica, obtenida por el procedimiento del Carbono 14 dio el año 1.000 de la Era, dato que se corresponde con los asentamientos del entorno de la Cueva Pintada que se escalonan del 500 al 1.200 de la Era.
 
OTROS TÚMULOS
 
La necrópolis y entorno del Panteón de los Guanartemes ofrece aún suelo con un importante potencial arqueológico. Además del Gran Túmulo aparecen hacia el norte, y sobre el acantilado, desde donde se domina una amplia panorámica de la Rada de Gáldar, dos túmulos, con su torreta central y sus fosas de enterramiento.
 
Al igual que el área del Poblado, donde están las casas y dependencias nobiliarias, este sector de la necrópolis puede deparar sorpresas al mundo de la arqueología. Para significar la importancia de esta zona vale la pena recordar el ajuar procedente del desaparecido Túmulo de El Agujero, a la entrada del cruce que va por Bocabarranco, de donde proceden las bellas piezas cerámicas o ánforas funerarias que se conservan, como auténticos tesoros en las vitrinas del Museo Canario.
 
TIBICENA
 
En el interior de una de las construcciones de la zona arqueológica se pudo documentar la presencia de una figurita de terracota que representa una cabeza de un ser indeterminado, más o menos demoníaco y que se hace cubrir con un tocado o sombrero, de aspecto oriental, y decorado con incisiones espigadas. Estas representaciones se corresponden con los espíritus del mal que según la mitología de los antiguos canarios podían aparecer en forma de perros lanudos, cabalgando sobre las aguas del mar, o como en este caso de rostros semibestiales o deformados. Tales figuraciones de los demonios están indicando la existencia de unos principios maniqueos, sobre el bien y sobre el mal. La muerte y las desgracias, circunstancias que le rodean, son siempre un mal inevitable e irracional. Por ello no es de extrañar que en las proximidades de estos panteones aparezcan estas figuras recordando el ámbito misterioso y funerario del reino de los muertos.

 

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